Una experiencia significada, fructífera y alegre

El 4 de julio era un día soleado y de buen tiempo en Colmenar Viejo (Madrid) cuando comenzó el encuentro de preparación para la profesión perpetua. El hermano Jhon Bhe y yo participamos en este encuentro de una semana lleno de alegría, risas, intercambio de experiencias, aprendizaje y discernimiento.

Fuimos 26 jóvenes de 14 congregaciones con dos formadores. El primer día fue un poco tranquilo porque estábamos en el proceso de conocernos entre nosotros. Tuvimos una breve presentación, hablando de cada uno de nosotros y de qué congregación veníamos. Después de la presentación, el padre Alejandro, CMF, comenzó con una breve introducción general sobre el encuentro, incluyendo el programa. Luego, cenamos todos juntos para irnos a descansar.

El segundo día estuvo lleno de ánimo e inspiración. El tema fue sobre la misión y el carisma de cada una de nuestras congregaciones. Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Jhon Bhe y yo presentamos nuestra misión y carisma con gusto, alegría y amor. Después, tuvimos un trabajo en grupo y allí pudimos escuchar la misión y el carisma de las otras congregaciones.

La vocación fue el tema del tercer día. La vocación es un don de Dios que debemos cuidar y alimentar. Estamos llamados a una vocación diferente, pero tenemos un objetivo: hacer la voluntad de Dios para su Reino. Con esto, compartimos nuestras historias de vocación y fuimos profundizando en el tema con los formadores.  Crecimos en el amor y entendimos más sobre nuestra llamada a la vida religiosa.

El cuarto día hablamos de la vida en comunidad. ¿Cómo me siento viviendo con ellos? ¿Cómo puedo contribuir a construir una comunidad buena y armoniosa? ¿Soy capaz de autocrítica? ¿Acepto la crítica externa? ¿Cómo percibo e interpreto? ¿Qué proyecto en los otros? ¿Qué aporto? Estas fueron algunas de las preguntas guía sobre las que reflexionamos. Compartimos abiertamente nuestras experiencias, sin miedo y, gracias a ello, pude reflexionar sobre la importancia de cada uno de los miembros de la comunidad.

Hay una necesidad de ayudar y empatizar con los hermanos. El respeto y la aceptación son muy importantes. Al día siguiente, hablamos de los votos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia. Vimos la película “De Dioses y Hombres”, que me enseñó la esencia de vivir en una comunidad con diferentes culturas, edades, creencias e ideas. Estos monjes pudieron vivir juntos en armonía escuchándose unos a otros, respetando las diferencias y, lo que es más importante, teniendo un diálogo íntimo cuando se enfrentaban a problemas. Vivían una vida muy sencilla, ayudaron a los pobres ofreciendo consultas médicas y nunca se olvidaron de dar gracias a Dios orando juntos.

Usamos nuestras constituciones como referencia en la observancia de los votos evangélicos, he profundizado en mi vocación religiosa en nuestra congregación. Nuestras constituciones me ayudaron a reflexionar sobre los votos que profesé, incluyendo nuestra misión y carisma.

Para concluir el encuentro hicimos una excursión. Fuimos a un lugar silencioso, pequeño, montañoso y hermoso cerca de Madrid. Hablamos, caminamos, cantamos, bailamos, jugamos y comimos juntos felices. Fue una experiencia significada, fructífera y alegre que nunca olvidaré a lo largo de mi vida religiosa.

Fr. Listher Maragañas

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