Nuestra espiritualidad
Tras las huellas del Buen Pastor, los amigonianos nos sentimos llamados a crecer en el amor, desarrollando particularmente las actitudes de sencillez y de humildad, de compasión y de misericordia, de alegría y de esperanza, y de entrega y generosidad, que distinguen la vida de quien conoce a las ovejas, camina delante de ellas, busca a las que se pierden, comparte sus alegrías y penas, y está dispuesto a dar la vida por todas.
También tenemos por modelo y protectora a Nuestra Madre de los Dolores, a la que nos confió Luis Amigó. Su presencia en nuestra vida es fuente de la generosidad y de la misericordia, de la fortaleza y de la ternura que requiere nuestra misión. El amor maternal de María, de pie junto a la cruz, inspira y estimula nuestra dedicación a favor de los jóvenes.
Además, con espíritu franciscano y con la sencillez del que se considera servidor, vivimos según nuestros orígenes franciscanos. Los amigonianos pertenecemos a la Tercera Orden Regular, de ahí el nombre oficial de las Congregaciones Amigonianas: Religiosos Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores (T.C.) y Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia (H.T.C.)
El P. Luis Amigó recordaba con frecuencia a sus dos fundaciones su pertenencia a la gran familia franciscana. Él, unido estrechamente al testimonio de San Francisco de Asís, quiso que sus nuevas fundaciones centraran este espíritu franciscano en la infancia y en la juventud, teniendo en la raíz de su espiritualidad el seguimiento de Cristo al estilo de San Francisco de Asís.
“En el Buen Pastor tenemos los amigonianos la más expresiva y sugerente imagen de un amor que se entrega hasta dar la vida y de un amor que se compromete y se encarna en la realidad de sus ovejas”, decía nuestro fundador Luis Amigó.