Otro año recibimos la invitación a realizar los Ejercicios Espirituales en nuestra casa Villa Betania de Benagalbón, en Málaga, deseosa de ser habitada. En el camino, el director de los Ejercicios, el P. José Oltra, ya indicó que iban a ser integrales: o sea, implicarían cuerpo, mente y espíritu, pues así se describe a la persona en la filosofía hebrea. En la griega, la persona se compone de cuerpo y alma.
Los temas fueron cristianos, franciscanos, marianos, amigonianos. Nada nuevo parecería: Buen Pastor, San Francisco y Papa Francisco con sus escritos, Virgen de los Dolores, P. Luis Amigó y misión amigoniana. Sin embargo, al hacer presente a nuestros antepasados que encarnaron esta espiritualidad, convocamos a muchas personas de fe: religiosos mayores que fueron ejemplo para nosotros, experiencias vividas en las diferentes etapas religiosas que habíamos pasado como comunidades, continentes. A pesar de que éramos tres, nos sentíamos en plenitud como la Trinidad.
Nuestro horario diario comenzaba con la adoración al Santísimo en la oración de la mañana, un primer tema y su correspondiente reflexión personal antes de la comida, una lectura espiritual, una oración mariana y la puesta en común de lo reflexionado, antes de compartir la Eucaristía y el rezo de las Vísperas antes de la cena, el tiempo personal y el descanso.
El objetivo de estos días, tomar más conciencia y avivar nuestra común vocación cristiano – amigoniana, a la luz de los textos de vida del Papa Francisco y el ejemplo del Venerable Luis Amigó y el de nuestros mayores, religiosos y laicos, que nos precedieron en nuestra misma vocación de servicio amigoniano dentro de la Iglesia.
Pasar del tema al paseo y baño en la playa, este año con medusas, hace que se retomen las fuerzas. Compartimos la comida un día con Juanjo Soriano, que fue alma de esta casa y terminamos la última noche con la invitación de Fr. Simón a pescaíto con motivo de su próximo cumpleaños. Gracias a Cristina, que nos cocinó, y a la compañía de Pepe, el cuñado del P. Joaquín. Para repetir, tres son plenitud.
Fr. José María Simón, tc