La Fiesta del gran Luis Amigó

Después de dos años de “abstinencia” obligatoria por causa del Covid-19, invitamos de nuevo a participar en la “Fiesta Amigó” a nuestros vecinos/as, amigos/as, familias y a todos los que se sienten unidos a nuestra comunidad y a nuestros centros juveniles en Gelsenkirchen (Alemania). El pasado sábado, 10 de septiembre, a partir de las 13 horas, todos nos reunimos alrededor del centro juvenil del barrio Feldmark para vivir y experimentar el espíritu de la familia amigoniana.

Para el bienestar corporal estuvo todo organizado: ensaladas y comidadas típicas internacionales, churros, paella… Y, por supuesto, no podía faltar la barbacoa, las patatas fritas y un pequeño bar para las bebidas, así como café y un gran buffet de pasteles.

Una gran variedad de juegos fue preparada para niños y jóvenes. Hubo juegos y entretenimiento para pequeños y grandes, distribuidos por toda la pradera: el tiro a los botes, a los globos, el castillo hinchable para saltar, la grúa para escalar, los lanzamientos a las porterías de fútbol, las caras pintada; la tómbola “Amigó” se hizo también notar con centenares de premios y las 250 plantas que se repartieron como premios “consuelo” a los que no les acompañó la suerte de ganar. También un variado programa de actuaciones sobre el escenario, con fantásticas demostraciones de danza y música.

De todo lo recaudado se beneficiarán todos aquellos a los que acogemos y acompañamos en nuestro trabajo pedagógico en el obispado de Essen. Pero la grandeza de esta “Fiesta Amigó” no está solo en el variado programa de actuaciones y en el gran trabajo llevado a cabo por todos. La grandeza está, sobre todo, en todas aquellas “pequeñas” grandezas que están en la base y son el origen y la consecuencia del éxito conseguido, pero que pasan muchas veces desapercibidas:

  • La grandeza en la unidad del equipo ejecutivo al coordinar la programación y realización de la Fiesta.
  • La grandeza en el compromiso de colaboración personal y comunitario al involucrarse en la toma de responsabilidades y hacer así eficaz su realización.
  • La grandeza en la fuerza de atracción que tiene la misma “Fiesta Amigó”, ya sea porque Luis Amigó, los amigonianos y la familia amigoniana les son tan cercanos y familiares, ya sea también por un programa tan variopinto año tras año, o por considerarla y tenerla como la fiesta de “su” barrio. Son muchísimos los que se sienten empujados a festejar, los que se sienten atraídos a este encuentro entre vecinos, familiares, amigos y conocidos en este lugar tan familiar como es el centro juvenil.
  • La grandeza en la fuerza y “magia” integradora y de inclusión de la Fiesta. Las experiencias positivas del trabajo de barrio y con la “Fiesta Amigó” nos animan a seguir trabajando por la convivencia pacífica de culturas y religiones. La integración e inclusión comienza en y con uno mismo y acontece cuando juntos aprendemos a ser personas.
  • La grandeza de la unidad en la diversidad. La convivencia pacífica es posible entre tanta diversidad de caracteres, nacionalidades, culturas, religiones y credos. Y es posible a través de la tolerancia al que es diferente, a través del respeto hacia el otro, desde el compromiso por la defensa de la dignidad del ser humano. La variedad sólo puede ser experimentada como un enriquecimiento cuando los conflictos se conllevan desde estos valores. “Con unos compartimos una misma fe, con otros, una misma motivación ética”.
  • La grandeza de Luis Amigó, en cuyo honor celebramos esta Fiesta, está en “ser significativos en la labor apostólica, puesto que ésta fue pensada como aporte a la sociedad y como posibilidad de impactar su transformación y significado para los pobres”.

Su espíritu está presente entre nosotros, se respira en el ambiente y se deja sentir en lo hondo de nuestro ser nos inunda, nos envuelve, nos atraviesa, nos contagia, nos guía y nos inspira. Nos hace sentirnos agradecidos por tanto campo de acción que tenemos para trabajar en favor de niñ@s, jóvenes y familias en riesgo de exclusión social; nos invita a seguir mirando a nuestro alrededor para cerciorarnos de que estamos rodeados de personas maravillosas que, día a día, nos motivan a continuar, a la vez que son un reclamo de amor.

Nos invita a ser cada día un poco mejor creciendo en humanidad, a seguir dando pasos firmes en nuestra realización personal y en la de muchos otros. Nos empuja a desplegar la propia humanidad desarrollando los talentos que tenemos dentro de nostros dándonos al otro y ayudándlole a ser él mismo, actuando desde la pedagogía del amor, que es don total de uno mismo en bien de los demás. En esta posiblidad de humanización no hay límites.

Luis Amigó nos motiva a seguir jugando, festejando y saboreando la vida para ser felices y hacer felices a los que están en camino de serlo.

Fr. Lucinio García

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