Jóvenes y religiosos, en la Pascual Juvenil de Málaga

Por fin, después de dos años sin poder celebrar una Pascua joven nacional, nos hemos podido juntar de nuevo. Ha sido en Málaga, en nuestra casa de Benagalbón, con un grupo de 11 jóvenes de Dos Hermanas, Madrid y Torrent que, junto a Anna, postulante polaca de las Hermanas Terciarias Capuchinas, fray Javier López y un servidor, hemos podido vivir este momento de fraternidad, de fe y de gracia. Llegamos a Benagalbón el Miércoles Santo a lo largo de la tarde y de bien entrada la madrugada, para preparar la casa y repartirnos las tareas de los siguientes días, así como para aclimatarnos al buen tiempo que hacía allí.

Ya al día siguiente, Jueves Santo, ya viviendo el triduo, comenzamos reflexionando en torno a la situación personal que nos había traído hasta Málaga, nuestras expectativas de estos días y de todo lo que teníamos en nuestra mochila cuando salimos de casa. Continuamos preparando la celebración de la Cena del Señor y del lavatorio de pies, que íbamos a compartir, así como el resto del triduo, con el pueblo de Benaque, templo y feligreses que siempre nos recibe con cariño y que nos recuerdan los años que allí estuvimos.

Al acabar la celebración, familiar y fraterna, continuamos junto al pueblo de Benaque, con la Hora Santa, donde se nos invitó a reflexionar en torno al signo del pan, tal y como Jesús nos pidió en la última cena. Cerramos el día cenando en la playa un bocadillo, con tranquilidad y alejados del bullicio de las procesiones, donde pudimos ir compartiendo las impresiones del día y pasear con tranquilidad por la arena. Al volver a casa, quien quiso, pudo seguir acompañando a Jesús en la capilla.

El viernes comenzamos el día reflexionando en torno al Vía Crucis, repartiéndonos las estaciones por parejas y preparando la reflexión que después, en el pueblo de Benaque, compartiríamos por las calles junto a los vecinos y vecinas. A las 12, comenzamos el Vía Crucis. Parecía que iba a ser un rato de calor, de “aburrimiento” por las calles del pueblo. Nuestra sorpresa fue la gran cantidad de vecinos y vecinas que fue saliendo a acompañar a Jesús en este camino, que nos escuchaban y cargaban con la cruz. Fue un momento que, más que reflexionar en torno a la Pasión, nos acercó a la Pasión personal de cada uno de estos vecinos, de cada uno de estos nazarenos que fue saliendo al encuentro de la cruz.

Ya por la tarde, celebramos el oficio de la muerte del Señor, con sobriedad y simplicidad. Luisa y Carmen nos ayudaron en la lectura de la Pasión (y en otras muchas cosas más durante estos días), adoramos la cruz, cada cual, de una manera especial para evitar situaciones de riesgo por la Covid-19, y nos despedimos del pueblo hasta la Vigilia del sábado. Nosotros, por nuestra cuenta, cerramos el día visitando el centro de la ciudad de Málaga, donde pudimos ver varios de los pasos que esa noche salieron. Como muchos no habían visto la Semana Santa andaluza, se quedaron sorprendidos por esta manera diferente de vivir esta semana.

Ya el sábado, tuvimos nuestro desierto personal en los montes de Málaga, apartados un poco más de nuestro agobio diario. La reflexión de este desierto fue guiada por la siguiente frase: “Dios te ha elegido para llevar a cabo una maravillosa tarea: vivir la vida que Él dio por todos nosotros, de la manera que tú elijas.” Teniendo presente que el desierto es necesario, que hay que esperar a Jesús en nuestra vida, en lo cotidiano; y que hay que hacer este camino con nuestra Madre, pasamos la mañana deambulando por la montaña, cada cual, a su manera, teniendo siempre a alguien disponible para hablar si así lo necesitaban.

La tarde fue para preparar la fiesta que íbamos a celebrar por la noche, la Vigilia Pascual, la resurrección del Señor; unos miraron los cantos, otros, el pregón pascual, otros la liturgia… Se notaba que ya llegaba al fin, se notaban nervios y cansancio, pero, por fin, llegó el momento de ir a Benaque y comenzar la celebración. La luz, el agua, la Palabra y la Eucaristía marcaron la celebración. Luz para alumbrar, agua que da vida, Palabra que guía y da consuelo y la Eucaristía que alimenta. Terminamos la noche compartiendo una barbacoa y buenos momentos juntos, con la alegría que nos da sabernos todos hijos e hijas de Dios resucitado.

Fr. Pablo Blasco

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