El pasado sábado 12 de octubre fallecía, a los 86 años de edad, el religioso amigoniano Fr. Jesús Marino Lecumberri Otano, miembro de nuestra comunidad del Seminario San José-EPLA de Godella (Valencia). Natural de Idocin (Navarra), donde nació el 3 de marzo de 1938, Fr. Marino hizo su primera profesión el 4 de octubre de 1957 y sus votos perpetuos ese mismo día del año 1964.
El cuarto de doce hermanos, Fr. Marino ingresó en el Seminario San Antonio de Pamplona en 1949, y allí comenzaría sus estudios de Humanidades, que finalizaría en el Seminario San José de Godella. Allí hizo su año de noviciado y emitió sus primeros votos. En 1957, tras su primera profesión, pasó al Colegio Nuestra Señora del Rosario -actual Colegio Nuestra Señora de los Dolores- de Hellín (Albacete), donde cursó los tres años de filosofía establecidos en el plan de estudios de la Congregación.
En 1960 fue trasladado a la Casa del Salvador de Amurrio (Álava), donde realizó sus prácticas pedagógicas y donde hizo su primera profesión. En 1965 fue destinado al Colegio Fundación Caldeiro de Madrid, donde ejerció de profesor. Tras seis años allí, su destino fue la Casa de Observación y Clasificación “El Cristo” de Bilbao, que reabría sus puertas tras ocho años cerrada.
Seis años permaneció en Bilbao hasta que en 1977 fue enviado al Colegio San José Artesano de Loiu (Vizcaya), donde residió 12 años, hasta que en 1989 era nombrado director y superior del Hogar Saltillo de Portugalete. Tras seis años al frente de esta comunidad, en 1995 es destinado de nuevo al Colegio San José Artesano. Tras el cierre de esta casa en el año 2000, Fr. Marino pasa a formar parte de la comunidad de la Ciudad de los Muchachos Agarimo de Arteixo (La Coruña), donde fue nombrado superior un año más tarde.
Ejerce de superior en Agarimo hasta el año 2007 y permanece en la comunidad hasta que en el año 2021 es destinado al Seminario San José de Godella. Allí fallecía el 12 de octubre, festividad de la Virgen del Pilar, a los ochenta y seis años de edad y tras sesenta y ocho de vida religiosa.
“Persona sencilla, se distinguió en todo momento por no darse importancia ni presumir en modo alguno de lo que hacía. Dicharachero y jovial fue, en las distintas comunidades a las que perteneció, un activo y eficaz constructor de fraternidad”, escribe de él el P. Juan Antonio Vives, historiador de la Congregación.
“Toda su vida apostólica estuvo dedicada a los jóvenes con problemas o en situación conflictiva. Allí donde le destinó la obediencia, se encargó habitualmente del grupo de mayores. Supo hacerse querer por sus alumnos, que percibían fácilmente en su semblante, en sus manifestaciones y gestos de entrega incondicional a ellos, el cariño que les tenía y el interés que mostraba por su recuperación personal y su feliz integración en la sociedad”, concluye el P. Vives.