Nuestros Ejercicios Espirituales en el Monasterio del Olivar

Por Fr. José María Simón,

Magnífico viene de magno, grande. Y es grande dedicar una semana a profundizar en nuestra relación con Dios. 7, número perfecto para los judíos. Es grande el lugar, un cenobio visigótico que se entregó a la Orden de la Merced (ODM) en 1258. De ahí pasó a convento en 1627 de estilo manierista y luego a Monasterio con hospedería en la actualidad, a unos 100 km. de Teruel. Allí, en el Monasterio del Olivar, hemos vivido, del 20 al 26 de agosto, estos Ejercicios Espirituales, dirigidos por el P. José Oltra.

Iniciamos cada día con la Adoración al Santísimo y Laudes. Después del desayuno venía la hora donde el P. Oltra presentaba el tema que rondaba en torno al objetivo de este año: “Vivir el santo evangelio de Nuestro Señor Jesucristo integralmente y sin glosa, como zagales del Buen Pastor”. Después de la disertación tiempo libre, nuevos paisajes. abundante calor, la cruz, la ermita, la fuente, el río, piscina recién remozada para no acordarnos de los ajos y cebollas de Benagalbón. Concluíamos con la hora intermedia y ejercicio mariano. Comida muy apetecible en un comedor monacal que compartimos con un numeroso grupo de yoga y algunos religiosos corazonistas entre otros hospedados.

Por la tarde, la lectura espiritual: este año hemos escuchado textos variados y atrevidos: diferencia entre religión y espiritualidad. Teníamos nuestra sala de puesta en común y capilla. Cada uno expresaba siguiendo (o no) un pequeño cuestionario. Expresar sentimientos y experiencias de lo meditado, consecuencias prácticas y sugerencias, peligros del clericalismo, Fratelli Tutti. Seguía quedando tarde para el tiempo de reflexión y descanso. Luego nos recogíamos para las Vísperas y Eucaristía y seguidamente la cena.

Una de las noches, cuando el cielo estaba cerrado, el Superior de la comunidad mercedaria nos ofreció una explicación del firmamento y estrellas. Con uno de los telescopios pudimos ver con más detalle la luna, los anillos de Saturno que, según nos dijo, tardará 20 años en estar tan cerca como este año.

La sorpresa vino la última noche que salimos a cenar a la intemperie. La comunidad preparó un sencillo asado a la luz de las velas y esas luces que se cargan con el sol. Buen broche para una semana donde el especial grupo de siete ejercitantes, el lugar, el contenido, hacen que deje un buen sabor de boca y crezcamos inspirados por el Espíritu. Esperando regresar a nuestros lugares de origen realizando la tarea encomendada como también hicieron los siete magníficos hasta dejar la vida si fuera necesario.

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