Primer Encuentro de la Familia Amigoniana de la Zona Levante

Por Mª Eugenia Fernández

El sábado 25 de octubre vivimos un día muy especial en el Seminario San José de Godella: se celebró el Primer Encuentro de la Familia Amigoniana de la Zona Levante. Desde primera hora se respiraba alegría, fraternidad y esperanza.

Comenzamos la jornada con una pregunta muy sencilla pero profunda: ¿Qué te hace ser amigoniano? Con esa cuestión en la mente y en el corazón cada participante completó un puzzle, pieza a pieza, compartiendo sus razones, sus vivencias, lo que les mueve, lo que les define. Fue un gesto simbólico potente: un puzzle que se construye con muchas voces, muchos rostros, muchas historias, para formar la gran familia amigoniana.

A continuación, nos adentramos en un momento de oración, invitando al silencio, a la escucha, a abrirnos al Misterio que nos une, y a dar gracias por este camino común. Fue un espacio de interioridad, de encuentro con uno mismo y con los demás bajo el mismo techo y bajo la misma llamada.

Seguidamente nos dirigimos a las zonas exteriores para encontrarnos en los stands donde pudimos conocer mas de cerca a los diferentes grupos que componemos esta gran familia. Cabe resaltar la alegría de los niños y la juventud de los chicos que son de la Fundación Amigó.

Sobre las 13:30 horas compartimos la comida en familia; risas, alegría, algarabía; como una paleta de colores dibujando este mapa que crece y se consolida en el tiempo: Cooperadores Amigonianos, EPLA, Monte-Sión, Fundación Amigó, la Real Pía Unión de San Antonio, exreligiosos, Villar del Arzobispo, Religiosos Terciarios Capuchinos y todo aquel que quiso acercarse y celebrar esta fiesta.

Para cerrar, celebramos la Palabra en comunidad: la celebración de la Palabra fue un momento litúrgico donde se remarcó con claridad los valores que nos sostienen: la alegría de caminar juntos, el encuentro que nos hace familia, la mirada hacia el futuro que nos impulsa, la construcción de comunidad que nos acoge y la vocación que nos envía. Estos valores resonaron fuertemente en el ambiente y nos recordaron por qué estamos aquí, con quién estamos y hacia dónde vamos.

Fue una jornada de fraternidad y compromiso, donde cada persona se sintió parte viva de esta familia amigoniana. Gracias a todos los que participaron, a los que organizaron con cariño y esmero, a los que trajeron su sonrisa y su compromiso. Que este encuentro sea semilla de muchos otros, que estos valores se concreten en la vida cotidiana y que nuestra vocación siga siendo motivo de alegría y esperanza para todos.

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