
El P. Vicente Gregori Costa llegó a nuestra comunidad del Colegio San Hermenegildo de Dos Hermana (Sevilla) a finales del pasado mes de abril. Natural de Almoines (Valencia), donde nació un 30 de junio de 1944, ha desarrollado su vocación amigoniana en ocho países a lo largo de sus 62 años como religioso amigoniano.
Miembro de una familia campesina, sencilla y trabajadora que formaban sus cuatro hermanos (dos chicos y dos chicas) y sus padres, conoció la Congregación a través de una tía religiosa terciaria capuchina y de su hermano Luis, seminarista en aquella época.

“De pequeño, le dije a mi madre que quería ser misionero”, recuerda. “Con apenas 11 años me llevó al Seminario Seráfico San José de Godella, donde comencé el bachillerato inferior, luego hice el superior, y tras superar los seis años con buenas notas, solicité primero el postulantado y luego el noviciado. En estos años aprendí la pedagogía amigoniana que mis formadores aplicaron en mi educación y que yo he desarrollado en mi vida de educador”, añade.
Tras sus estudios filosóficos en Hellín (Albacete) y las prácticas pedagógicas en el Seminario San José, estudió teología primero en Dos Hermanas (Sevilla) y después en Pamplona. Tras ordenarse como diácono, fue destinado al Colegio Fundación Caldeiro, donde estuvo un año antes de volver a Pamplona como formador de seminaristas. Allí fue ordenado sacerdote y volvió de nuevo a Godella para ser formador y profesor. De allí pasó a Torrente, donde ejerció de superior tres años, y otros cinco años más a su regreso al Seminario San José.

Y llegó el año 1982, y la obediencia del P. Provincial para ir a Costa Rica a ejercer de maestro de novicios. “Allí llegué un 6 de septiembre y estuve 14 años seguidos, siempre como compañero del P. Cándido Lizarraga. Fue un tiempo de ilusión y entrega”, cuenta de aquellos años.
De Costa Rica pasó a Chile, después a Argentina, México, Puerto Rico y Bolivia. A México, Puerto Rico y Costa Rica volvería también después, antes de ir destinado a Italia, donde permaneció cinco años, la mayor parte de ellos en la comunidad de Galatone, antes de volver a su país natal este mismo año. Con muchos años dedicados a la promoción vocacional y a la pastoral juvenil, muestra su preocupación por el descenso de vocaciones religiosas: “Espero que esta sequía pronto se acabe. Por mi parte, haré todo lo posible con mi ejemplo y mis vocaciones”.

“En todos los países en los que he estado me he sentido feliz y realizado. Siempre he procurado ser un buen terciario capuchino, con las características que nos acompañan: ser cercano con la gente, hacer presente el Evangelio, preocuparme por los que más lo necesitan y vivir con alegría. Tras más de cuarenta años fuera de España, solicité regresar por mi edad y porque también quería ser útil a mi país, aún me sentía con fuerzas”, subraya.
Nueve meses después de su llegada a Dos Hermanas, se siente muy bien acogido, tanto por los hermanos de la comunidad como por toda la comunidad educativa del Colegio San Hermenegildo. Es capellán del Asilo San Rafael y los domingos celebra la Eucaristía de la Veracruz. En la comunidad, celebra también la Eucaristía y apoya como sacerdote en las necesidades pastorales del colegio.