
El pasado domingo 16 de febrero fallecía, a los 92 años de edad, el P. Javier Martínez Castillo, religioso de nuestra comunidad del Colegio P. Luis Amigó de Pamplona. Natural de Arellano (Navarra), donde nacía el 22 de diciembre de 1932, el P. Javier hizo su primera profesión el 14 de julio de 1950 en Godella (Valencia) y su profesión perpetua ese mismo día de 1956 en Hellín (Albacete). Su ordenación sacerdotal tuvo lugar el 4 de agosto de 1965 en Valencia.
Además de sus estudios de filosofía y teología, el P. Javier tenía formación en pedagogía y psicología y se licenció en historia por la Universidad de Valencia. Sus años de estudiante, y de prácticas pedagógicas, los pasó en Hellín, Zaragoza y Amurrio para ejercer después de profesor en el Colegio Fundación Caldeiro y en el Colegio Nuestra Señora de Monte Sión.

Tras un año como formador en el Seminario San Jose de Godella (Valencia), en 1965 regresó a la Casa del Salvador de Amurrio para ejercer como educador allí durante dos años. De vuelta como profesor al Colegio Monte Sión, estuvo otros tres años allí, de 1967 a 1970, para volver a ejercer de educador en la Colonia San Vicente Ferrer.
De regreso de nuevo a la comunidad del Colegio Fundación Caldeiro, estuvo cuatro años allí como coadjutor de la Parroquia Nuestra Madre del Dolor. En 1979 volvía a la zona norte, en este caso al Hogar Saltillo, como educador. Tras tres años en la Curia de la Provincia de la Inmaculada, en 1983 fue destinado por primera vez a Pamplona, donde ejercería como profesor.

En 2001 fue destinado a las Escuelas Profesionales Luis Amigó, donde permanecería ocho años, hasta que en 2009 regresó a la comunidad del Colegio P. Luis Amigó, que ha sido su comunidad hasta su fallecimiento este 16 de febrero de 2025. Tanto durante sus años en Godella como en estos últimos en Pamplona, ejerció de capellán de las Hermanas Terciarias Capuchinas.
“Aunque tímido y vergonzoso, el P. Javier dio, en algunas ocasiones, muestras de una gran audacia”, escribe de él el P. Juan Antonio Vives, historiador de la Congregación. “Entre los valores propios del espíritu franciscano, se distinguió por una extraordinaria servicialidad que hacía extensiva, sin distinciones, a todos sus hermanos. Con su servicialidad fue, no cabe duda, un positivo constructor de fraternidad en las distintas comunidades en las que estuvo”, concluye el P. Vives. A pesar de esa timidez, el P. Javier participó en el concurso televisivo “Audacia”, quedando en el equipo ganador y dejando a todos admirados con su saber, y en la película “Silencio roto”, dirigida por Montxo Armendáriz en 2001, donde hacía papel de un cura de pueblo.
