La DANA y nuestra fortaleza en la fragilidad

Por Mª Eugenia Fernández

Cada día de nuestra vida es un momento precioso para agradecer a Dios el don de la vida con todas las circunstancias que ésta pueda traer.

Sin embargo, desde el pasado día29 de octubre, este sentimiento de gratitud se ha acentuado para muchos de los que directamente no hemos sido afectados por la DANA que ha partido a nuestra querida Valencia en dos: 75 municipios afectados, montones de coches arrastrados por el agua, viviendas y comercios prácticamente destruidos, familias rotas de dolor ya no por pérdidas materiales, sino por familiares fallecidos o desaparecidos y un sinfín de etcéteras que nos hacen recordar lo frágiles que somos y que nos lleva a agradecer y ponernos siempre en manos de Dios.

Desde la Abadía San José de Godella nos planteamos cómo ayudar, cómo arrimar el hombro desde nuestras limitaciones ante tanta necesidad y vimos que la mejor forma era ceder espacios que no estuviesen comprometidos con reservas. De tal manera que por nuestras instalaciones están pasando bomberos, protección civil y policías de toda España, así como unos chicos voluntarios de Murcia que no tenían donde dormir y aquí se les dio alojamiento y el párroco de Santa Bárbara, el P. Dubiel Ruiz, les brindó cena. Porque eso también estamos haciendo, trabajando codo a codo con este sacerdote y con quien nos pueda ayudar a ofrecer algo de manutención a todo aquél que venga aquí a trabajar por todos nuestros hermanos valencianos afectados.

Todos ellos han encontrado aquí no solo un lugar para dormir y asearse, sino también un lugar que les acoge desde el agradecimiento y la admiración que representa abandonar tu lugar para ir a ayudar sin pensar en lo que puedas encontrarte, porque esa es la actitud de servicio reflejada en toda la gente que está pasando por aquí.

Estamos viviendo momentos que nos sacan esas lágrimas ya contenidas después de días llenos de mucha tristeza como, por ejemplo, el vivido en el recibimiento que los pequeñines de primaria del Colegio EPLA dieron a los policías de Pamplona cuando llegaron a la Abadía: muchos vivas y aplausos que les arrancaron las lágrimas; aparte de los dibujos hecho por estos niños y que se les puso en cada habitación para agradecer el esfuerzo de venir a ayudar. Han sido momentos de sorpresas, risas, lágrimas, abrazos y un infinito “gracias por venir”, “gracias por estar”, “gracias por ayudar”, “sois nuestros héroes”. Frases que se convierten en un toma y dame, porque encontramos en este pequeño aporte el regalo de todo lo que se recibe cuando se da sin esperar.

Cuánta razón tenía William Shakespeare cuando dijo “Hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues, dándonos la mano y uno delante de otro”.

No hay nada más fuerte en el mundo que el corazón de un voluntario

(Coronel James H. Doolittle)

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