Celebración de las Bodas de Oro sacerdotales del P. Joaquín Portaña

Por Javier Ruiz

La Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Hellín (Albacete) acogió el pasado sábado 22 de noviembre la celebración de las Bodas de Oro sacerdotales del P. Joaquín Portaña Serrano, religioso amigoniano oriundo de Hellín, que estuvo acompañado durante la celebración por todos los párrocos de la localidad y sus pedanías.

La comunidad educativa del Colegio Nuestra Señora de los Dolores, amigos del P. Joaquín y fieles de la Parroquia y de Hellín quisieron compartir con él esta importante efeméride. Una celebración con la que el P. Joaquín quiso dar continuidad a una larga relación vital y familiar con la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción. En este templo parroquial recibió el Bautismo y la Primera Comunión, allí se casaron sus padres y sus hermanos, y allí despidieron a su madre cuando falleció. “Aquí hemos buscado consuelo en el dolor, luz en la confusión y alegría en los momentos de gozo”, subrayó en su homilía.

Una homilía que fue también un momento de agradecimiento a Dios por todas las bondades recibidas: la vida, la familia, la Congregación y, en especial, su vocación. “Esa llamada que sentí en mi infancia y que se concretó en mi ordenación sacerdotal el 14 de diciembre del 1975.  En ese momento, como mi ordenación fue en Argentina no tuve nadie de mi familia que me acompañara, por eso hoy he querido estuvieran presentes el mayor número de ellos y también de mis paisanos y gente querida en esta acción de gracias”, explicó.

Después de 50 años, el P. Joaquín asegura sentirse feliz y orgulloso de su vocación: “He sido, soy y espero seguir siendo inmensamente feliz, lo cual no implica que en mi vida no haya habido momentos de dolor y dificultades.  Sufro en la medida en que amo, porque no puedo ser indiferente a los padecimientos de quienes me rodean, ni a la perdida de sentido en la vida de tantos”. Y cerró sus palabras con estas palabras del escritor inglés Chesterton: “Necesitamos curas que nos recuerden que vamos a morir, pero también necesitamos curas que nos recuerden que estamos vivos”.

Tras la Eucaristía, los presentes pudieron compartir con el P. Joaquín una comida fraterna.

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