
Por Nacho Bauset
Han pasado ya dos semanas desde la convivencia que los jóvenes amigonianos tuvimos en la Sierra de Madrid del 31 de octubre al 2 de noviembre, y aún resuenan las risas, los cantos y los silencios compartidos entre montañas. Fue un fin de semana que muchos esperaban con ilusión —y quizás con cierta nostalgia—, porque hacía tiempo que no se vivía algo así: un encuentro tan lleno de vida, fraternidad y sencillez.
Desde los rincones más diversos de nuestra familia amigoniana —Madrid, Sevilla, Valencia y Pamplona— llegaron los 49 jóvenes participantes, cargados de mochilas, expectativas y ganas de reencontrarse con Dios y con los demás. Algunos eran rostros conocidos, otros recién llegados a JUVAM, pero todos compartían el mismo deseo: volver a sentir el calor de la comunidad.

Acompañados de tres religiosos, Fr. Pablo Blasco, Fr. Jorge Iván Cervera y Fr. David Fuentes, el fin de semana comenzó con juegos de presentación, esos que rompen el hielo y despiertan las sonrisas más sinceras. Pronto, los nombres se mezclaron con abrazos, bromas y un ambiente de confianza que fue creciendo con cada actividad.
Hubo momentos de pura diversión —una gymkana entre los árboles, escalada, tirolinas y desafíos de multiaventura que pusieron a prueba el equilibrio, la integridad y el valor de todos—, y también tiempos más tranquilos: juegos de mesa, conversaciones al sol y planes que quedaron pendientes, como aquel furor que nunca llegamos a hacer, pero que, de algún modo, se transformó en símbolo de todo lo que quedó para el próximo encuentro.

Las noches fueron momentos de tranquilidad y escucha. En la adoración y la oración compartida, se hizo un silencio profundo… un silencio habitado, lleno de presencia, donde muchos descubrieron que el Espíritu también habla en lo sencillo, en lo escondido…
Hoy, ya con las ideas más asentadas, la rutina ha vuelto, pero algo en nosotros cambió. En el corazón de cada uno sigue viva la llama de esos días. La convivencia nos recordó que el seguimiento de Jesús no se vive en soledad, sino en fraternidad alegre, sencilla y abierta.