
Por Mª Eugenia Fernández
Hoy queremos tener un recuerdo especial para nuestro hermano y amigo Tomás Navas Moreno, cooperador amigoniano del grupo de Madrid, que el pasado 12 de septiembre partió a la Casa del Padre. Tomás deja entre nosotros la huella profunda de su alegría sincera, esa que sabía transmitir en cada encuentro y que era reflejo de su fe confiada en Dios. Fue un regalo para nuestra familia amigoniana, pues con su gracia natural sabía componer y recitar poesía, regalándonos versos que nacían del corazón y que se convertían en testimonio de vida y esperanza.
Le damos gracias al Señor por su vida, por su entrega y por todo lo compartido. Y pedimos a Nuestra Madre de los Dolores que lo reciba bajo su manto y le conduzca a la plenitud del Reino, donde su voz y su poesía seguirán resonando eternamente. Por eso, siempre recordaremos una de sus poesías más recitadas y que estaba dedicada a los alumnos de la Casa del Salvador de Amurrio:
Las flores marchitas
que un día trajeron aquí
hoy florecen lozanas
cuajadas de aromas,
no lejos de aquí.
Mas, temo que el mundo
en sus desvaríos
las vuelva a perder.
¡Más nadie lo dude!,
Aquí se les dio
hermosos consejos
de gracia y honor,
para en todo momento
triunfar con loor.
Descansa en paz, querido Tomás. Tu alegría y tu palabra poética permanecen entre nosotros como semilla de Evangelio y fraternidad.