
Mª Eugenia Fernández Sosa
La celebración en el Seminario San José de Godella (Valencia) de los 100 años del P. Emilio Álvarez Vega es, sin duda, un acontecimiento extraordinario en la historia de nuestra Congregación de Terciarios Capuchinos. Alcanzar un siglo de vida es ya de por sí motivo de gratitud, pero cuando esa vida ha sido entregada al servicio, al amor fraterno y al testimonio fiel del carisma amigoniano, se convierte en un verdadero regalo para toda la familia religiosa.
El padre Emilio representa con su vida una memoria viva de lo que somos: una historia tejida de entrega, de silencios fecundos, de acompañamiento generoso y de una espiritualidad sencilla pero profunda. Su testimonio nos interpela y nos anima a seguir caminando con esperanza, recordándonos que la fidelidad a Dios y a los más pequeños da fruto, incluso en la humildad y el anonimato.

Esta celebración no ha sido solo un homenaje, sino también una expresión de comunidad. El entorno más cercano del P. Emilio ha vivido esta fecha con enorme cariño y dedicación. El Colegio EPLA, con sus alumnos, profesores, coro infantil y charanga “Esoguapos”, ha aportado color, alegría y emoción. Los cuidadores que lo acompañan día a día, el personal de cocina, el equipo médico y tantos colaboradores silenciosos han hecho posible que este momento fuese digno de su vida: lleno de amor, cercanía y fraternidad.
A todos ellos, gracias por hacer visible el valor de cuidar, celebrar y honrar la vida. La de Emilio y la de todos nuestros mayores. Porque en cada uno de ellos reconocemos las raíces que nos sostienen y la memoria que nos inspira.
